Ransomware: cuando tus datos se convierten en rehenes digitales
El ransomware se ha convertido en una de las pesadillas más recurrentes para empresas y particulares en los últimos años. Mientras escribo esto, algún administrador de sistemas probablemente está teniendo el peor día de su carrera profesional al descubrir que todos sus servidores han sido cifrados por criminales que ahora exigen un rescate. Y no es para menos: este tipo de ataques ha evolucionado de ser una simple molestia a convertirse en una industria criminal multimillonaria.
¿Qué es exactamente el ransomware?
El ransomware es, en esencia, un tipo de malware que cifra tus archivos (o bloquea el acceso a tu sistema) y luego exige un pago para devolverte el control. Es como si alguien entrara en tu casa, cambiara todas las cerraduras y te pidiera dinero para darte las nuevas llaves. La diferencia es que en el mundo digital, estos «ladrones» pueden actuar desde cualquier parte del planeta y las «cerraduras» que instalan son prácticamente imposibles de forzar.
A diferencia de otros tipos de malware que buscan robar información o utilizar tu equipo para minar criptomonedas sin que lo notes, el ransomware no se esconde: quiere que sepas exactamente qué ha pasado y cómo puedes «solucionar» el problema (pagando, por supuesto).
La evolución del secuestro digital
El ransomware no es precisamente nuevo. El primer caso documentado data de 1989, con el «AIDS Trojan» distribuido en disquetes. Pero lo que comenzó como ataques rudimentarios ha evolucionado hasta convertirse en operaciones sofisticadas con infraestructuras propias y hasta «servicio al cliente» para ayudar a las víctimas a pagar el rescate.
En aquellos inicios, los atacantes pedían unos pocos cientos de dólares. Hoy, grupos como REvil o DarkSide exigen rescates millonarios a grandes corporaciones. El ransomware ha pasado de ser un «negocio» artesanal a una verdadera industria criminal.
Tipos de ransomware que deberías conocer
No todos los ransomware son iguales. Dependiendo de su forma de actuar, podemos clasificarlos en varios tipos:
Ransomware de cifrado
Este es el tipo más común y devastador. Utiliza algoritmos criptográficos avanzados para cifrar archivos, dejándolos completamente inaccesibles. Las extensiones de los archivos cambian (por ejemplo, a .encrypted o .locked) y aparece una nota de rescate explicando cómo pagar para recuperar el acceso.
Ejemplos notables incluyen WannaCry, que afectó a más de 230,000 ordenadores en 150 países en 2017, o Ryuk, especializado en ataques dirigidos a grandes organizaciones.
Ransomware de bloqueo de pantalla
Menos sofisticado pero igualmente molesto, este tipo bloquea el acceso al sistema completo. Suele mostrar una pantalla a pantalla completa, a menudo haciéndose pasar por autoridades policiales, alegando que has realizado actividades ilegales y que debes pagar una «multa». Son los antiguos «virus de la policía» que tanto dieron que hablar hace unos años.
Ransomware móvil
Los smartphones no están a salvo. Este tipo afecta principalmente a dispositivos Android (iOS es más restrictivo con las instalaciones fuera de su tienda oficial) y suele propagarse a través de aplicaciones falsas. Una vez instalado, puede bloquear el dispositivo o cifrar los datos almacenados.
Ransomware como servicio (RaaS)
Aquí es donde la cosa se pone realmente seria. El RaaS funciona como un negocio: desarrolladores crean el malware y lo «alquilan» a otros criminales menos técnicos, que se encargan de distribuirlo. Los beneficios se reparten, generalmente 70/30. Esta modalidad ha democratizado el cibercrimen, permitiendo que cualquiera con motivación criminal suficiente pueda lanzar ataques complejos.
Cómo se infiltra el ransomware en tu sistema
Los atacantes utilizan múltiples vectores para introducir su malware en los sistemas:
Phishing: la puerta principal
El método más común sigue siendo el engaño a través de correos electrónicos. Recibes un email aparentemente legítimo de tu banco, un servicio de mensajería o incluso un compañero de trabajo, con un archivo adjunto o un enlace que, al abrirlo, inicia la infección.
Lo alarmante es que estos correos son cada vez más sofisticados. Ya no son aquellos mensajes con faltas de ortografía y logos mal copiados; ahora usan información obtenida de redes sociales para personalizar el mensaje y hacerlo creíble.
Vulnerabilidades sin parchear
Los sistemas operativos y aplicaciones tienen fallos de seguridad que se van descubriendo y corrigiendo. El problema surge cuando no aplicamos esas actualizaciones. WannaCry, por ejemplo, explotó una vulnerabilidad de Windows para la que Microsoft ya había lanzado un parche meses antes.
Descargas engañosas
Ese programa «gratuito» para editar PDFs o el crack para un software de pago pueden ser caballos de Troya que esconden ransomware. Las descargas de fuentes no oficiales siguen siendo una de las maneras más efectivas de distribuir malware.
Ataques dirigidos
Para objetivos de alto valor como hospitales o grandes empresas, los atacantes realizan operaciones minuciosamente planificadas. Pueden pasar semanas o meses examinando la red, identificando vulnerabilidades y moviéndose lateralmente hasta encontrar los sistemas más valiosos para cifrar.
El impacto real de un ataque de ransomware
Cuando hablamos del impacto de un ransomware, va mucho más allá del simple pago del rescate:
Costes directos e indirectos
El rescate puede ser solo la punta del iceberg. Un estudio reciente de Sophos estimó que el coste medio de recuperación de un ataque de ransomware en 2023 fue de 1.85 millones de euros, incluyendo tiempo de inactividad, pérdida de negocio, reputación dañada y costes de recuperación.
Y eso asumiendo que pagar el rescate resuelve el problema, lo cual no siempre es cierto. Aproximadamente el 30% de las organizaciones que pagan no recuperan todos sus datos.
Más allá del dinero
Imagina un hospital donde de repente no hay acceso a historiales médicos, resultados de pruebas o sistemas de gestión de medicamentos. O una fábrica donde la maquinaria controlada por ordenadores queda inutilizada. El ransomware puede tener consecuencias que van más allá de lo económico, llegando a poner vidas en peligro.
En 2020, una mujer murió en Alemania después de que un ataque de ransomware obligara a un hospital a desviar su ambulancia a un centro más lejano. Fue posiblemente la primera muerte directamente atribuible a un ciberataque.
Prevención: tu mejor arma contra el ransomware
Siempre digo que en ciberseguridad, prevenir es infinitamente más barato que curar. Estas son las estrategias más efectivas:
Copias de seguridad: tu salvavidas
La regla 3-2-1 sigue siendo la mejor práctica: tres copias de tus datos, en dos tipos de medios diferentes, con una copia fuera de las instalaciones. Si tienes copias de seguridad recientes y aisladas (no conectadas permanentemente a tu red), un ataque de ransomware pierde gran parte de su poder.
Las copias de seguridad deben probarse regularmente. He visto

