El ransomware detrás del ataque a Ingram Micro: cuando el gigante tecnológico se convierte en víctima
El mundo de la ciberseguridad nunca duerme, y el reciente ataque de ransomware contra Ingram Micro es un ejemplo perfecto de ello. Este gigante de la distribución tecnológica, que mueve miles de millones en equipos y servicios IT cada año, acaba de pasar por una experiencia que muchas empresas temen: ver sus sistemas comprometidos y su operativa paralizada por un ransomware.
Anatomía de un ataque de alto perfil
El viernes pasado, los clientes de Ingram Micro comenzaron a reportar problemas para acceder a los portales de gestión y realizar pedidos. Lo que inicialmente podía parecer un fallo técnico, rápidamente se confirmó como algo mucho más serio: un ataque de ransomware en toda regla.
La respuesta de Ingram fue la que recomienda cualquier manual de crisis: desconectar sistemas internos para contener la propagación del malware. Es como si, al detectar un incendio en una habitación, cerraras todas las puertas para evitar que se extienda al resto del edificio. Una medida drástica pero necesaria.
La carrera contrarreloj para restaurar los servicios
Durante todo el fin de semana y principios de esta semana, Ingram Micro ha estado trabajando intensamente en la mitigación y recuperación de sus sistemas. La empresa ha ido publicando actualizaciones periódicas sobre el progreso, casi como un paciente que va recuperando sus funciones vitales una a una después de una intervención crítica.
El martes anunció que el incidente había sido contenido y remediado, y ayer miércoles finalmente confirmó que todas las operaciones habían sido restauradas. «Ingram Micro se complace en informar que ahora estamos operativos en todos los países y regiones donde realizamos negocios», declaró la compañía.
Es notable cómo han logrado restablecer la capacidad de procesar y enviar pedidos recibidos a través de EDI (Intercambio Electrónico de Datos), teléfono o correo electrónico en todas sus regiones de negocio. Para una empresa que opera globalmente, esto no es tarea pequeña.
SafePlay: el grupo que está detrás del ataque (o eso parece)
Según la información disponible, el grupo de ransomware SafePlay sería el responsable del ataque. Este grupo, relativamente nuevo en el ecosistema de ciberdelincuencia organizada, se ha mantenido curiosamente silencioso sobre el incidente.
Esto plantea preguntas interesantes: ¿han exfiltrado datos realmente? ¿Han intentado extorsionar a Ingram Micro? La empresa, por su parte, ha sido prudente al respecto, indicando que sigue investigando el alcance del incidente y los datos potencialmente comprometidos.
Cuando SecurityWeek contactó con Ingram Micro, la compañía se abstuvo de proporcionar información sobre los atacantes. Esto es bastante común en estos casos: las empresas suelen ser reacias a compartir detalles mientras están en medio de una investigación, especialmente si hay negociaciones en curso o si quieren evitar dar publicidad a los atacantes.
El modus operandi del secuestro de datos
Lo que vemos en el caso de Ingram Micro es el clásico modus operandi del ransomware moderno:
- Infiltración inicial en la red de la víctima
- Movimiento lateral para acceder a sistemas críticos
- Exfiltración de datos sensibles (lo que llamamos «doble extorsión»)
- Cifrado de sistemas para interrumpir las operaciones
- Demanda de rescate bajo amenaza de publicar los datos robados
La doble extorsión es particularmente peligrosa. Ya no se trata solo de recuperar el acceso a tus sistemas cifrados, sino de evitar que datos sensibles (tuyos o de tus clientes) acaben expuestos públicamente. Es como si al secuestrador no le bastara con retener a la víctima, sino que además amenazara con publicar sus secretos más íntimos.
El impacto real más allá de los sistemas
Cuando una empresa del tamaño y la relevancia de Ingram Micro sufre un ataque así, el impacto va mucho más allá de los sistemas tecnológicos. Pensemos en:
- Impacto financiero directo: costes de recuperación, tiempo de inactividad, posible pago de rescate
- Daño reputacional: la confianza de clientes y partners puede verse afectada
- Efectos en cadena: los clientes de Ingram que no pueden recibir sus pedidos o acceder a servicios críticos también sufren interrupciones
Además, Ingram Micro es un distribuidor mayorista, lo que significa que sus problemas se ramifican hacia abajo en la cadena de suministro tecnológico. Es como cuando falla la central eléctrica de una ciudad: no solo se queda sin luz la central, sino todos los hogares y negocios que dependen de ella.
Lecciones para cualquier organización
Lo que le ha pasado a Ingram Micro nos deja varias lecciones que cualquier organización debería tomar en serio:
- Nadie es demasiado grande para ser atacado: si un gigante tecnológico puede caer, tu empresa también.
- La velocidad de respuesta es crucial: Ingram Micro actuó rápidamente desconectando sistemas para contener el daño.
- La comunicación transparente importa: la empresa ha mantenido informados a sus clientes con actualizaciones regulares.
- La recuperación debe ser planificada: no parece casualidad que hayan podido restaurar sistemas en cuestión de días; probablemente tenían planes de contingencia.
El contexto más amplio: una ola de ataques de alto perfil
El ataque a Ingram Micro no es un caso aislado. En los últimos meses hemos visto cómo otros grandes nombres han sufrido incidentes similares:
- Chain IQ y UBS han confirmado el robo de datos tras un ataque de ransomware
- Krispy Kreme también ha sido víctima, confirmando una brecha de datos
- El ransomware Fog ha estado empleando herramientas inusuales en sus ataques
Esta tendencia no hace más que confirmar algo que venimos observando desde hace tiempo: los grupos de ransomware están apuntando cada vez más alto, buscando objetivos que puedan permitirse pagar rescates mayores o que manejen datos más valiosos.
¿Qué podemos esperar para el futuro?
A medida que avanzamos en 2025, es probable que veamos una evolución en estos ataques:
- Mayor sofisticación técnica, con malware más difícil de detectar
- Tácticas de presión más agresivas para forzar el pago de rescates
- Colaboración más estrecha entre diferentes grupos criminales, compartiendo infraestructura y técnicas
- Más ataques dirigidos a infraestructuras críticas y grandes corporaciones
Lo que está claro es que el ransomware ya no es solo una amenaza técnica, sino un riesgo empresarial de primer nivel que debe ser abordado desde la dirección ejecutiva.
En el caso de Ingram Micro, han demostrado capacidad de recuperación, pero la pregunta que queda en el aire es: ¿cuánto les ha costado este incidente? Y no me refiero solo a dinero, sino también a confianza, tiempo y oportunidades perdidas.
La recuperación completa puede haber terminado según sus comunicaciones, pero el análisis forense, las medidas preventivas para futuros ataques y la evaluación del impacto total… eso apenas está comenzando.

